Hola personas. No sabía si volvería a escribir aquí. Simplemente no sabía si iba a poder hacerlo. Me encuentro realizando un viaje igual de largo que el de la Takarabune. Y al igual que esa nave milenaria mi destino no es el que se había fijado como objetivo. La vida sigue y las cosas cambian. Nada es como uno espera. Digamos que hoy simplemente se han conjugado los astros para que asome mi gorro y mis gafas una vez más por aquí. La verdad que echaba de menos todo esto. Pero hoy es hoy y mañana no sé dónde estaré. Bueno sí lo sé, casi todo mi tiempo lo paso en EM²
Disfrutemos de este momento como de la lectura. El tiempo es relativo.
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Visión personal de Teodoro de la portada |
Si yo ya era un lector lento ahora lo soy mucho más. No sé cuantos meses he tardado en leer esta novela. No tengo tiempo para leer ni para muchas otras cosas. Mi proceso ha sido casi tan largo como el viaje interestelar de mil años para salvar lo que queda de la humanidad, y el viaje interior de sus protagonistas.
En esta ocasión Sabino Cabeza nos vuelve a llevar al espacio y no sólo construye una historia de ciencia ficción, sino que crea un mundo en el que ambientarla, crea una sociedad, y plantea interesantes interrogantes a través de paralelismos con modelos de sociedad que nos son conocidos.
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Portada original de la edición de Minotauro |
Sinopsis
Thorion es ingeniero a bordo de la Takarabune, una nave cuna que debe llevar a lo que queda de la Humanidad a un nuevo planeta. Él primero y su hija Crisol después se enfrentarán a muchos más problemas de los previstos para llevar a cabo su misión.
Takarabune es un viaje a los referentes de la space opera y las novelas de viajes, como la trilogía de Marte o Aurora de K.S. Robinson, Arthur C. Clarke y su Cita con Rama, o incluso La Odisea. Sabino Cabeza vuelve a ofrecer una novela de ciencia ficción con personajes potentes y tridimensionales, con una psicología profunda, como ya hizo con Frontera oscura, novela ganadora del Premio Minotauro 2020.
Sabino Cabeza nació en Sevilla en 1965. Tras varias paradas en Salamanca, Murcia, León y Valencia, recaló en Zaragoza, donde reside desde hace veinte años. Es Suboficial del Ejército del Aire, Licenciado en Psicología por la Universidad de Valencia, y ejerce de Psicoanalista en la ciudad del Ebro.
Su querencia por la ciencia ficción y la fantasía viene de lejos. Aún conserva su primer ejemplar de Veinte mil leguas de viaje submarino, y la colección de Acervo «Antología de Novelas de Anticipación» (que hurtó a su padre sin que se enterara), en la que conoció a Poul Anderson, Ray Bradbury, Philip K. Dick, Domingo Santos o José María Aroca.
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Sabino Cabeza Abuín |
De aquellos tiempos son también sus primeros intentos de escritura, cuando imitaba a sus admirados Julio Verne o Tolkien. Sus influencias son incontables, aunque destaca a Ursula K. Leguin y Terry Pratchett de entre la larga lista.
A sus padres debe no solo la afición a la lectura, sino también su atracción por la Astronomía. Recuerda ver junto a su madre, en el verano de 1982, todos los capítulos de «Cosmos», por lo que también se declara deudor de Carl Sagan por los tiempos de los tiempos, culpable de inocularle la fascinación por los misterios del universo.
No ha dejado de escribir y no ha dejado de aprender desde entonces. Considera que los años te dan historia y perspectiva. Pero también que la imaginación necesita ser encendida en la niñez, y confiesa haber tenido la buena suerte de nacer en un hogar donde justamente eso le fue dado: imaginar.
Curiosamente hoy mismo se ha dado el nombre del ganador del XIX Premio Minotauro y Sabino Cabeza vuelve a ganar el certamen con la novela Expediente Hermes. El autor repite galardón, puesto que ya lo ganó en 2020 con Frontera oscura, y lo hace con una mezcla de Agatha Christie e Isaac Asimov en el contexto de un gran crucero espacial. «Reivindico la ciencia ficción como un género mayúsculo. Quien lo acusa de ligereza literaria es que nunca ha leído a Ursula K. Le Guin», aseguró Cabeza tras recibir el galardón.
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