Hace ya unos cuantos años que en los Estados Unidos, para fomentar la lectura, se creó un eslogan: "Reading is sexy" que iba acompañado de imágenes de famosos como Marilyn Monroe o James Dean leyendo libros. Esta idea se ha ido extendiendo por el mundo y gracias a redes sociales como Instagram cada vez somos más los que lo hemos utilizado (sí, yo también lo he hecho) para llamar la atención sobre la lectura o sobre algún texto en concreto con imágenes de famosos y guapos desconocidos leyendo.
El caso es que ALGUIEN LEYENDO PUEDE SER SEXY, PERO LEER NO ES SEXY. Así es mayúsculas.
Busqué en Internet y efectivamente no fui el primero que había pensado eso y me encontré un artículo de la escritora Milena Busquets del año 2017 que hablaba sobre el tema. No estoy de acuerdo con todo lo que dice pero la idea principal la comparto completamente. El caso es que yo si que que llegué a usar esas imágenes de famosos de la misma forma para llamar la atención sobre la lectura utilizando los hashtags #leernoessexy #leeresimportante. No sé si los volveré a utilizar algún día, pero lo que es ahora mismo pienso utilizar a Teodoro, que me parece una forma más personal y divertida. Leyendo con Teodoro será mi llamada de atención sobre la lectura. Cada veo leer menos a la gente, sobre todo a los jóvenes, así nos va...
Os transcribo aquí el texto de Milena Busquets que dice cosas muy interesantes:
"De un tiempo a esta parte intentan convencernos de que todo es sexy. Supongo que los especialistas en marketing y comunicación se han dado cuenta (a buenas horas) de que casi todo lo que hacemos lo hacemos por amor, para que nos quieran los demás o para querernos más a nosotros mismos. Después de todo, el narcisismo también es una forma de amor, tal vez sea incluso una de las más extendidas. Y como el amor es el hermano mayor y trascendente del sexo y van tan a menudo cogidos de la mano, han decidido repetirnos lo de sexy hasta la saciedad.
Así que ahora resulta que la política es sexy, que las pizzas congeladas son sexys, que el feminismo es sexy, que beber zumos gigantescos de color verde oscuro es sexy, que ir al dentista es sexy, que ir en bicicleta es sexy, que limpiar la casa es sexy, que pedir una hipoteca es sexy y que leer también es sexy.
En el caso de la lectura, entre otras muchas iniciativas para animarnos a leer, han hecho unos pósteres preciosos con fotos de Paul Newman y de Marilyn Monroe en todo su esplendor, ambos leyendo, y debajo el eslogan: «Leer es sexy».
Bueno, pues tengo malas noticias para vosotros: leer no es sexy.
Leer es una experiencia honda, a veces dolorosa, casi siempre ardua (mucho más ardua que plantificarse delante de la televisión o del ordenador). Leer requiere esfuerzo, concentración, constancia, paciencia, cultura, práctica y determinación. Y si queréis que os diga la verdad, escribir tampoco es nada sexy.
No hablemos ya de vivir con un escritor, un ser ensimismado y gruñón que pasa la mayor parte del día en su mundo, imaginando cosas y violentando la realidad. Tampoco es sexy pensar, enfrentarse una y otra vez a sus propias limitaciones resulta más bien agotador y frustrante. Ni aprender alemán. Ni parir. Ni buscar una cura contra el cáncer. Ni acompañar a tu madre al médico. A veces, ni siquiera el sexo es sexy.
Es sexy que te lean un libro en voz alta, igual que es irresistible que alguien te cuente una historia cuando estás a punto de dormirte (o, si te dedicas a escribir, a cualquier hora del día), que es el equivalente humano de dejar una luz encendida para no sumirse solo y a tientas en los sueños.
La noche es sexy, y el mar, y las fiestas de dos personas, y los coches descapotables, y el despilfarro, y los extremos. Y los casinos. Y el caviar a cucharadas. Y una caja de botellas de champán en la puerta de casa. Y una cajetilla de Ducados olvidada encima de una mesilla de noche. Desear resulta sexy (mucho más sexy que ser deseado). Y los escotes femeninos. Y también Paul Newman y Marilyn Monroe, leyendo o bailando sardanas.
Pero leer, no. Leer no es sexy. Leer es importante".
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